La feria de la Seu d’Urgell, considerada la primera feria documentada de la Península Ibérica, se cita por primera vez en el año1048. En aquel momento, la feria se celebraba para la Virgen de agosto y tenía un retorno para San Miguel en septiembre. La ubicación de la ciudad, en medio de los Pirineos y en un importante nudo de comunicaciones, es fundamental para entender este dinamismo económico en el siglo XI. Unos años antes de la feria se encuentra ya también documentado el mercado de la ciudad.
No sabemos en qué momento se empezó a celebrar la feria para Todos los Santos. En el año 1370, para evitar la coincidencia de fechas con la feria de Puigcerdà, que también empezaba para Todos los Santos, el rey Pedro el Ceremonioso autorizó que la feria de la Seu se iniciara para San Simón y San Judas, el 27 de octubre, una fecha y una denominación que se acabarían consolidando.
El interés por mantener y promover las ferias se mantuvo durante siglos. En 1452 el rey Alfonso el Magnánimo concedió un privilegio para poder celebrar la feria dos veces al año, con una duración de ocho días, después de Pascua y después de San Juan, respectivamente. Más adelante, en las Cortes de Montsó de 1542, el Emperador Carlos concedió un nuevo privilegio para celebrar dos ferias durante ocho días cada una, una para Carnaval y otra, de nuevo, para San Simón y San Judas.
Parece que durante siglos se mantuvieron las dos ferias, en primavera y en otoño. En 1862, la nueva feria de ganado que se celebraba el primer domingo de Cuaresma se trasladó al final del Paseo en lugar de celebrarse en el espacio ferial, ya que era un lugar más céntrico, aunque en 1915 se acordó celebrarla de nuevo en el espacio ferial. En cualquier caso, la feria de otoño se mantuvo y la proximidad de las fechas hizo que se conociese con el nombre de Feria de Sant Ermengol, patrón del obispado, cuya festividad se celebra el 3 de noviembre. El dicho popular mantiene viva esta denominación: “Por San Ermengol, la feria se mueve!”.
El progresivo cambio económico del entorno urgelense, con un peso cada vez más claro del sector terciario en sustitución del tradicional sector agrario y ganadero, provocó un cambio importante en la concepción de la feria a finales del siglo XX.
Sin dejar de lado un notable pes de la venta ambulante, en 1995 se celebró la Y Feria de Quesos Artesanos del Pirineo. Una iniciativa y un formato, con concursos, venta y degustación, que se ha consolidado extraordinariamente y ha convertido la Feria de Santo Ermengol en un referente para el mundo del queso artesano de nuestro país.
30 años de la Feria de Quesos Artesanos del Pirineo
La especialización de la feria en la producción local de calidad ya se había intentado en otras ocasiones: las muestras de fruta, especialmente de manzanas, iban en esta dirección desde 1965, pero no tuvieron continuidad. Treinta años más tarde, el 1995, la complicidad entre administraciones y productores hizo posible la reconversión ideada por en Salvador Maura: una muestra de quesos artesanos del Pirineo, con concurso, venta, degustación y jornadas formativas.
El formato fue un éxito de convocatoria, y desde aquel momento se ha mantenido y mejorado. Aquella primera instalación en una carpa en la plaza de los Olmos ha evolucionado hacia una ubicación mucho más amplia y establo, a la pista polivalente de la zona deportiva, y los 30 queseros iniciales han llegado a la cincuentena, procedentes de todo la cordillera, que exponen y comercializan 150 productos diferentes. Hoy, 30 años más tarde, la Feria de Quesos Artesanos del Pirineo es uno en lo referente al país, un escaparate de productos de calidad y, también, un revulsivo económico por la Seu d’Urgell.
Feria milenaria
Las siguientes imágenes corresponden a el Archivo capitular de Urgell dónde aparecen los documentos originales que hacen referencia a la fecha de creación de la Feria de Sant Ermengol, denominada entonces feria de Santa Maria. Este escrito, datado del 1048, convierte la Feria de Sant Ermengol en la feria documentada más antigua de la Península Ibérica.
En el texto ampliado se puede leer: «homines qui venerint ad firam Sante Made», que significa «hombres que han venido a la Feria de Santa Maria».
A continuación se presentan las páginas originales donde aparece la cita mencionada y los privilegios citados anteriormente.
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